Este libro es el resultado del trabajo que realizaron 12 mujeres latinoamericanas en el taller de escritura creativa. Se trata de 12 narrativas femeninas de Colombia, El Salvador, Honduras, Guatemala y México. En las historias de Natalia, Ada, Irma, Lichita, Dolores, Helen, Luna, Ana Paula, Raquel, Inés, Johana y Guayra encontramos también la historia de sus comunidades, de sus pueblos. de sus familias.

Con estilos diferentes de narrar cada una construye su historia y sus motivos para ser una guardiana de la Creación. No solo defensora de los recursos naturales, sino cuidadora de lo que la humanidad ha recibido de la divinidad para dar y continuar la vida. En sus cuentos conoceremos a las niñas que fueron, con muchas coincidencias a pesar de pertenecer a diferentes culturas. Originarias en su mayoría de regiones rurales hasta las que llegaron desde comunidades de las marginalidades urbanas.

Las enseñaron a ser pequeñas por ser mujeres, conocieron el abuso, muchas veces desde el hogar y como sobrevivientes aprendieron a ser rebeldes, a reconocer el abuso y la violencia como formas patriarcales de dominio de las personas y de los pueblos. Así, supieron que las empresas extractivistas que llegaban a sus localidades no traían buenas intenciones, sino más abuso y violencia. Pronto reconocieron el despojo que les hacían o pretendían hacerles y fueron valientes y fuertes para iniciar la resistencia comunitaria.

Estas no son historias de “éxito”, son historias de lucha y resistencia de mujeres que tienen la certeza de que están cumpliendo con la responsabilidad de cuidar su territorio como a su cuerpo mismo, muchas veces violentado, pero vivo a pesar de todo, lo mismo que la tierra que habitan.

El taller se realizó entre junio y julio de 2020, es decir, en medio de la pandemia del COVID-19. En esas semanas el mundo se debatía entre la muerte y la vida, hubo momentos en que algunas de las compañeras se sintieron abatidas por los casos de contagio en sus comunidades, aún así optaron por la vida. Una nueva conciencia del valor de la tierra que pisamos, surgió en estas semanas de encuentro y compartir de historias.
Dejamos aquí el testimonio de esta experiencia colectiva confiando en que habrá muchas más historias que contar.  

Maritza Macín